viernes, 9 de agosto de 2013

Capítulo 10

Capítulo 10
Acto seguido, Aitor la cogió en volandas y la llevó hasta el suelo verde del parque, donde la tumbó, se tumbó él también a su lado, cabeza con cabeza y le susurró a las estrellas:
- Fíjate en todas y cada una de las estrellas que hay en el cielo. ¿Puedes? No, ¿verdad? Solo puedes fijarte en las que más relucen, en las más bonitas. Pues haz eso con los problemas y con las personas. Fíjate en las personas que más te atraen y te aportan. Resuelve los problemas más grandes y que más te preocupan. Pero, pequeña, no llores por favor. Todas esas estrellas me han demostrado que me he fijado en la persona adecuada.
Laura todavía estaba mareada, aún así, giró su cabeza y miró a Aitor, le dedicó su mejor sonrisa de enfermita, una sonrisa demasiado perfecta para estar como estaba.
No sabía que pasaba, solo había escuchado lo que él le había dicho, pero le costaba asimilarlo... Que Aitor, ese chico tan guapo, tan perfecto, ¿se había fijado en ella? No sabía si se lo había imaginado o no, pero ese chico de la gorra de Superman le dio un beso en la frente y se levantó. Se acercó a la fuente y volvió a chiscar a Laura.
- ¿Sabes qué? Que te voy a llevar a casa, no te puedo dejar aquí, y no sé donde están tus amigos.- Y la cogió y se la llevó en volandas.- Pero niña, ¡qué poco pesas!
Y así la llevó, parecía increíble, pero la pudo llevar hasta su casa en brazos. Durante todo el trayecto la tuvo despierta, contándole cosas sobre él. Que iba a cambiar de instituto, que quería ser biólogo marino, le llamaba mucho la atención el mundo del océano. Sabía tocar la guitarra eléctrica, la música era su mejor amiga, le encantaban los dulces y sobre todo el chocolate, y le encantaba leer.
Cuando llegaron a su portal, ella ya estaba despejada. Aitor le dijo:
- Pequeña, tengo una pequeña sorpresa preparada para ti, creo que te gustará. Buenas noches.- Le dio otro beso en la frente,. Y se fué.
Laura subió a su casa, 205 escalones y cuando iba a abrir a puerta pensó: "¿Cómo supo dónde vivía? ¿Y... me lo parece a mi, o Aitor...? No, no puede ser..."
Y a la mañana siguiente...

jueves, 1 de agosto de 2013

Capítulo 9

Ya sabéis, si opináis, mucho mejor.

Capítulo 9
Cuando llegaron al centro de la pista, Laura no supo si eso era bailar o botar, pero sí sabía que los dos lo pasaron muy bien, se reían como posesos. Parecían amigos desde hace mucho. Sin embargo, se conocían desde hacía demasiado poco.
Tenía ganas de ese chico. Laura quería olvidar el pasado. No sabía si funcionaría. Pero no quería usarlo para olvidar. Se prometió no dar ella el primer paso. Dejaría que las cosas fluyeran. No quería estropearlo.
Pero esos ojos verdes... Ese carácter tan fuerte... No podía, sabía que le acabaría gustando.
Laura comenzaba a sentirse incómoda, después de tanto tiempo sin salir, solamente estudiando, tanto rato en una discoteca ya la estaba embotellando. Necesitaba salir de ahí, tomar el aire.
Aitor debió de notarlo porque le dijo al oido:
- ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas salir pequeña?
A Laura le sorprendió que la llamase pequeña, le miró a los ojos, Aitor estaba preocupado de verdad. Asintió con la cabeza y sintió que una mano le agarraba por la muñeca y tiraba de ella. Comenzó a marearse. Necesitaba irse, tumbarse, beber algo. Lo que fuera. Necesitaba despejarse, que se le pasara.
Aitor la llevó a un parque, estaba desierto, normal, era tarde, debía de ser las 12. La gente estaba de fiesta o en casa, no en un parque. La tumbó en la hierba y se acercó a una fuente, hizo con las manos la forma de un bol y las llenó de agua. Un agua helada que impactó con la cara de Laura. Pegó un salto y buscó al causante de su cabeza y camiseta empapada. Unos metros más allá, apoyado en la fuente, estaba Aitor, riéndose.
- ¿Y tú de que te ríes? ¿Te parece normal empaparme? ¿Tú que eres gilipollas? -El gilipollas... Mierda, pensó Laura. Ya estaba otra vez con los recuerdos...
- ¿Sabías que cuando te enfadas todavía estás más guapa? Y sabes, con el pelo mojado, la camiseta también mojada, la Luna reflejándote... No se... -Dijo acercándose a Laura.
Laura se dio la vuelta. Las lágrimas volvieron. No quería que Aitor se diese cuenta. No quería que supiera que el simple hecho de llamar a alguien gilipollas le recordaba a alguien, le hacía recordar el pasado. No quería que pensase que vivía en el pasado. Que no era feliz.
Sin embargo, noto que unos brazos fuertes le rodeaban, le daban fuerza. Era Aitor. Con una mano, le quitó las lágrimas que rodaban por su mejilla. Le dio un beso en el cuello y le susurró al oido:
- Tranquila pequeña. No sé que te pasa. Pero tengo el remedio a tus problemas.